Coge el volante en Hermanos Pidal y logra parar el vehículo tras chocar con una farola, empotrarse contra un estanco y un semáforo
A las ocho y media de la mañana, después de que Carlos Baragaño detuviera el autobús que lleva años conduciendo para la empresa Transportes Bimenes en la parada de Hermanos Pidal empezó a encontrarse mal. Muy mal, pero no le dio tiempo a expresar lo que le estaba ocurriendo. Se desmayó. Jonathan, que estaba sentado justo detrás, se dio cuenta de que al conductor le pasaba algo. Antes de que el autobús se descontrolara, logró hacerse con el volante y trató de frenar el vehículo. Lo consiguió al final de la misma calle, aunque por el camino derribó una farola, se estampó contra un estanco y acabó chocando contra un semáforo, el que hace esquina con la avenida de Galicia, para finalmente detenerse. El gerente de la empresa de autobuses, Guillermo Llaneza, intentó ponerse en contacto con él a lo largo del día, sin haberlo conseguido por la tarde, para agradecerle el gesto.
Aunque el autobús sufrió desperfectos, no hubo que lamentar daños personales. El conductor recuperó la consciencia en la misma ambulancia que le atendió en el lugar del accidente y fue trasladado al HUCA. Ayer por la tarde, los médicos continuaban realizándole pruebas para descartar que el desmayo matutino fuera consecuencia de alguna dolencia. Era la primera vez que le ocurría algo así, explicó el responsable de la empresa. Ninguno de los siete pasajeros del autobús, que hacía la ruta de Riosa a Oviedo y concluía el trayecto en la estación de autobuses, sufrió daño alguno. En el momento del siniestro, nadie esperaba en un paso de peatones que normalmente está muy concurrido. Ningún transeúnte recorría la calle. La propietaria del estanco contra el que se estampó tampoco estaba cerca del escaparate de cristal que acabó por los suelos. Estefanía Rodríguez había escuchado un ruido fuerte pocos segundos antes. Se asomó y vio al autobús acercarse. Retrocedió unos pasos hacia el interior del establecimiento hasta que el vehículo se estrelló contra su local. «Eché a correr lo más atrás que pude», relató poco después de lo ocurrido pensado en que el escalón que le separa del nivel del suelo fue lo que le salvó de una tragedia. El autobús rompió el escaparate y la puerta de cristal.
Cuando se percató de que un autobús se había chocado contra el negocio, llamó a la Policía. Estaba desconcertada, no sabía muy bien qué estaba ocurriendo. Se lo explicó el mismo pasajero que había conseguido frenar el vehículo. Lo logró a pesar del escaso tiempo de reacción y de las dificultades a las que se enfrentó, solo con el volante, porque los pedales seguían ocupados por los pies del conductor desmayado en su asiento, detalló.
Tras los golpes y la detención del autobús contra un semáforo, que por la mañana los operarios municipales repararon, los pasajeros respiraron aliviados al volver a pisar el suelo.
Los Bomberos y la Policía Local acordonaron la zona y limpiaron los destrozos de un accidente aparatoso que acabó en poco más que un susto. Mirando lo ocurrido en su estanco, José Manuel Álvarez (marido de Estefanía), pensaba en que iba a perder un día de trabajo hasta recuperar la normalidad. Por suerte, nada más que eso.