(Desde el minuto 15’35’’)
José Luis Gómez afirma algo que, no por impactante, deja ser real: “Creo sinceramente que los empresarios que más saben de riesgos laborales, por desgracia, son aquellos que han sufrido en su ámbito un accidente grave y han descubierto así a quién tenían al lado en ese momento (y que lamentan no haber sido más críticos y más exigentes con su equipo de prevención y en la implantación de las medidas de seguridad y de protección)…”, comenta.
En este sentido, es consciente de que “el accidente, como algo súbito e imprevisto, va a seguir existiendo… pero se pueden evitar muchos accidentes (y, repito, a un coste de inversión mínimo)”.
En referencia a los costes, nos comenta (para hacernos una idea) que “un servicio de prevención medio como el nuestro, puede prestar (sin que pongamos ningún tipo de limitación ni de tiempo, ni de visitas, ni de prestaciones, ni de documentación…) por menos de 500 euros al año (y tienes un servicio de prevención completo, con instalaciones en diferentes puntos para asistirte en cuantos actos formativos quieras, en los reconocimientos médicos que necesites…), en cantidad de cosas; pero no deja de ser percibido como algo negativo”.
Al hilo de esto, Gómez comenta que “hay otras leyes que son de obligado cumplimiento también para el empresario (relacionadas, por ejemplo, con el medio ambiente y la calidad, o con la protección de datos…) pero, a la cola está la prevención de riesgos laborales que tiene, como víctimas al empresario y al trabajador, pero no obstante no existe esa correlación… algo no se entiende bien cuando, la empresa, gasta en cualquier cosa mucho más que en prevención de riesgos laborales”.
Toda esta situación, real, es resumida por Gómez en la sensación de que “un empresario parece muchas veces no saber qué comprar ni qué está comprando cuando adquiere las prestaciones de un servicio de prevención de riesgos laborales”.
Asegura que ha habido muchos tipos de interpretaciones que “han creado escuela interesada” que, por ejemplo, ha llevado a muchos empresarios a confundir este tipo de servicios con una especie de seguro. El director gerente de PSI explica que “la relación contractual que tiene un servicio como el mío con el cliente tiene un formato parecido al del seguro (porque son contratos anuales que se pueden ir prorrogando de una forma tácita), pero la sensación que percibe el empresario al contratar eso, es de que está derivando responsabilidad o de Estar cubierto… esa frase es la prueba evidente de que no sabe nada (y a alguien le interesa mantenerlo ahí, en esa relación…). Afirma que romper esa interpretación “está en manos del sector (o de aquellos a los que nos interesa romperla, porque a otros no les interesa mucho)”, repite.
También apunta a otro aspecto que, dice, también “confunde al empresario”: el de la formación bonificada. Manifiesta que “hay personas que ofertan servicios de formación mezclándolos o confundiéndolos con el contrato de prevención de riesgos laborales, y esto se está haciendo así; con esa práctica, se devalúa al máximo la prevención de riesgos laborales y se pone de manifiesto que el prestador de servicios no tiene mucho interés en que ese empresario evolucione en el conocimiento de la Ley (y mucho menos en convencerlo para que se atreva a hacer mejoras e inversiones)”, lamenta.